¿CÓMO SABES SI ERES GAY? Por Gabriel J. Martín

 

 

La respuesta parece clara pero, en realidad, se trata de una de esas cosas que, por evidentes, se prestan a confusión. Quizá una buena forma de comenzar a responder a esta pregunta sería reformulándola y, en lugar de “cómo”, preguntarse: “¿cuándo sabes que eres gay?”. Porque uno sabe que es homosexual cuando se enamora: el día que te enamoras de otro hombre.

                El concepto de homosexualidad ha sido definido de muchas maneras a lo largo de la historia (algunas de estas formas realmente despectivas, la verdad) pero hoy, finalmente y tras haber recabado las contestaciones de miles de homosexuales, tenemos un consenso acerca de lo que significa serlo. Así, definimos la homosexualidad como “la tendencia interna y estable a desear afectiva y sexualmente a personas de igual sexo, con independencia de su manifestación en prácticas sexuales” (Baile Ayensa, J. I. (2008). Estudiando la homosexualidad: teoría e investigación. Pirámide. Madrid).

                Es homosexual la persona que se enamora de personas de su mismo sexo, con independencia de que tenga (o no) relaciones sexuales con ellas. Lo que te hace ser homosexual no es con quién te acuestas, sino con al lado de quién quisieras amanecer cada mañana. Ser gay tiene que ver con tu corazón. Naturalmente, si eres gay, la primera pista de que –llegado el día- te enamorarás de un hombre, es que encuentres atractivos a los hombres y que sientas deseos sexuales por alguno de ellos. Pero, insisto, no es tu conducta sexual sino tus sentimientos los que te hacen gay. El amor es un fenómeno complejo e incluye multitud de elementos. Sterberg lo define como la intersección de la pasión (el deseo y el interés por el otro), la intimidad (el compartir partes muy personales de uno mismo) y el compromiso (un proyecto de vida que se siente compartido). A veces pensamos que el amor es el deseo o el cariño pero no es ninguna de esas cosas por separado sino todas ellas juntas y más. Cuando sientes algo así por alguien, te has enamorado.

                Ser homosexual, la orientación sexual (o, mejor dicho, sexoafectiva) es algo innato. Si eres gay, naciste gay y morirás gay. No se puede dejar de ser homosexual de la misma manera que no se puede dejar de ser heterosexual. Si un hombre siempre se ha enamorado de mujeres, por más que –en alguna ocasión- pueda tener una práctica sexual con otro hombre (como, por ejemplo, ocurre en las cárceles), nunca se enamorará de un hombre. Nunca dejará de ser heterosexual si lo es. Y tú nunca dejarás de ser homosexual si lo eres. Nadie elige un “estilo de vida gay” ni nada por el estilo. Ser homosexual no es una elección ni una opción.

                El problema está únicamente en que, en determinados contextos, no es fácil vivir la propia homosexualidad debido a la homofobia y el rechazo que los homosexuales sufren en contextos integristas o incultos y, por esta razón, a muchos de nosotros, nos resulta complicado asumir que somos gais. Al fin y al cabo, tienes que asumir que posees una característica que te pondrá en riesgo de ser discriminado y esto nunca es fácil de asumir para nadie. Al principio, tras el rechazo inicial de la idea de ser gay (“no, no soy homosexual, es que estoy confuso, es sólo una fase”) viene otra etapa en a que evaluamos las pérdidas que sufriremos: a veces se pierde la sensación de “normalidad”, puede que el afecto de algunas personas, etc. Lamentablemente, especialmente en pueblos y ciudades pequeñas, muchos gais que no son capaces de superar esta etapa, se apuntan a esa mentira de la doble vida que no hará feliz a nadie. No es fácil, insisto, asumir que uno posee una característica que podría ser rechazable pero es bastante peor vivir escondido y atado a una mujer a la que no podrás –nunca- hacer verdaderamente feliz.

Afortunadamente, para mucho de nosotros, tras ese miedo inicial, viene un momento de honestidad en el que uno se plantea que, si se atreviese a vivir su homosexualidad abiertamente, podría ganar muchas cosas. Podría ganar tranquilidad al no tener que engañar a nadie. Podría ganar el afecto sincero de los amigos y familiares que le querrían sin dobleces ni condiciones. Podría ganar la posibilidad de encontrar el verdadero amor. Y podría, sobre todo, ganar el respeto por parte de sí mismo… que es lo más importante de todo.

Muchos, en este momento, empiezan a conocer a otros gais, a conocer “el mundo gay” y a relacionarse allí. En este momento, el peligro está en creerse que existe un mundo gay. El ambiente no es más que un circuito de ocio. Pensar que eso es el mundo gay es tan absurdo como pensar que el mundo de la noche es el “mundo hetero”. Hay mucho más en la vida de un gay que discotecas, chats o bares de ambiente pero, en un inicio, es el sitio más directo en el que uno puede encontrar a otros hombres gais con los que relacionarse. Mientras tengas claro que hay mucho más en la homosexualidad que chats o bares, no correrás el peligro de elaborarte una idea distorsionada de lo que significa ser gay. Pronto nos relacionaremos como el resto de seres humanos porque viviremos nuestra homosexualidad abierta y libremente pero, mientras tanto, debemos entender que nuestros espacios de socialización suelen estar ligados al ocio nocturno y no darle más importancia.

De aquí en adelante vivirás todo ese proceso que llamamos “salida del armario” que, en ningún caso, se trata de una confesión (¡ni que ser gay fuese un pecado o un crimen!). Salir del armario es algo que hacemos los gais para acomodar nuestros espacios personales a nuestra realidad de hombres homosexuales. Hasta que sales del armario, te comportas conforme lo que los demás imaginan de ti. Cuando sales del armario, los demás ajustan sus expectativas a lo que tú eres realmente. Cuando sales del armario, dejas de abstenerte de hacer las cosas que te gustaría hacer. Mientras estés encerrado en él, seguirás haciendo lo que tus miedos te obligan a hacer.

En el fondo, vivir tu homosexualidad de manea asertiva no es más que vivir respetando tus sentimientos y haciendo que los demás los respeten también. Quizá no sea demasiado fácil en algunos sitios aunque, también es cierto, no es tan complicado realmente. Sabrás que eres gay el día que te tiemblen las piernas al ver a ese chico que te miró tan fijamente. Si sale bien, o no, con él, casi que no importa. Lo importante es que sus ojos te han enviado una carta desde tu propio corazón para decirte: “eres gay”. Y eso es maravilloso. Porque significa que amas.

        Gabriel J. Martín, psicólogo. Experto en psicología del hombre gay www.gabrieljmartin.com http://elblogdegabrieljmartin.blogspot.com.es/

Podéis dejar vuestros comentarios, puntos de vista y opiniones abajo