¡De sumisa nada!

«Tú me has acostado y has buceado hasta el centro de mi ser, ahora me toca acostarte y bucear en ti.»

Esta sencilla pero profunda y maravillosa frase del Kamasutra hace referencia al papel activo fundamental de la mujer a la hora de mantener una relación sexual. Durante mucho tiempo en nuestra cultura se ha mantenido el papel “pasivo” de la mujer en el sexo, aquello de “dejarse hacer” por lo que fueran a pensar ó por vergüenza ha dejado paso a una nueva actitud más dinámica y viva de las féminas, las cuales quieren participar del juego erótico y disfrutar tanto como ellos del placer de dar placer.

Muchas mujeres en otros tiempos han considerado que el ser “juguetonas” en el sexo e incluso el pedirlo o buscarlo era cosa de hombres, el hombre era quien tenía que explorar y encontrar el tesoro que nos abriera las puertas del cielo. ¿Por qué? porque era su responsabilidad como macho mientras las mujeres esperábamos –y desesperábamos- el tan ansiado orgasmo. Como consecuencia de ello nos encontramos todavía con muchas mujeres frustradas, encasilladas en su papel de resignadas por creer que no pueden hacer nada por cambiar. Hoy en día ya existe una gran evolución, las mujeres queremos formar parte del sexo porque hemos entendido que a nosotras también nos gusta disfrutar de él sin vergüenzas ni tabúes. Ser capaces de decidir lo queremos y cómo lo queremos no sólo ayuda a que tengamos mejor sexo, también es una manera de ganar confianza con nuestra pareja y sobre todo con nosotras mismas, lo que va a mejorar nuestra autoestima (me siento capaz de ser activa en el sexo, de saber lo que quiero e ir a por ello sin esperar a que mi príncipe azul descubra lo que necesito). Cuando mejora nuestra autoestima se ve mejorado nuestro auto concepto, lo cual repercute en otras áreas de nuestra vida. Y por qué no decirlo, a ellos les encanta que tomemos las riendas de la relación sexual en un momento dado ya que el hombre también necesita de esa autoestima, y qué mejor “subidón de ego” que ver cómo lo desea su chica y es ella quien hace a su antojo sin esperar que lo haga él. En sexualidad no existen los papeles masculinos o femeninos, eso pasó a la historia, la clave está en hacer lo que a los dos les apetezca para pasarlo bien, sea él o ella quien lo haga.

Puede que el hombre se sienta algo intimidado por esta nueva faceta femenina y vea «peligrar» su papel de macho dominante históricamente bien enraizado, hasta que puede que surgan ciertos problemillas eréctiles debidos precisamente a la inseguridad ante el hecho subjetivo de no poder llegar a satisfacer lo exigido por su pareja, por lo que habría que afrontarlo con cariño y entender que algo está cambiando en los roles sexuales, que ya no es sólo él quien propone y la mujer dispone, sino que ella también decide qué, cuándo y cómo lo quiere en materia erótica-sexual. Así que ¿Por qué no dejarse llevar? El viaje puede ser alucinante siempre y cuando no subamos a bordo los miedos y prejuicios de antaño.