No te dejes devorar por ese monstruo tan horrible y destructivo, porque poco a poco, te va engullendo hasta no dejar nada de tí. Lo primero es creer en tí mismo y conocerte. Conócete y te amarás, o si lo prefieres, ámate y te conocerás, el órden es lo menos importante. Confórmate, pero no con resignación -forma negativa de conformarse-, sino aceptándote (reflexiona acerca de la diferencia) y sé asertivo, vales mucho por ser quien eres, házselo saber al mundo y siéntete orgulloso por expresar tus ideas y tus opiniones, aunque vayan en contra del resto. Eres un ser que ama, mereces el mismo respeto que las demás personas que también aman, ni más ni menos. Y finalmente disfruta de ser quien eres ya que eres único, de cada cosa que haces, sientes y piensas -¡ pero cuidado con lo que piensas! porque tus pensamientos NO SON tú, y en ocasiones pensamos de forma irracional y destructiva hasta creernos lo que nos dicen-. En definitiva estos son algunos recursos con los que contamos para acabar con el miedo y el sufrimiento. El miedo paralizante y aniquilador sólo nos hace vulnerables al dolor. Aunque nace con nosotros porque es instintivo para la supervivencia, no debemos dejar que abarque más terreno del necesario y el poder para hacerlo cada día más pequeño solo lo tenemos nosotros mismos, es nuestra responsabilidad. De nosotros depende no dejarnos devorar.
MARIANNE WILLIAMSON es una de las escritoras sobre espiritualidad y crecimiento personal más populares entre muchas lectoras femeninas, dejándonos estas hermosas palabras en una de sus obras:
“Nuestro temor más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro temor más profundo es que somos excesivamente poderosos. Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad, la que nos atemoriza. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres para no serlo? Infravalorándote no ayudas al mundo. No hay nada de instructivo en encogerse para que otras personas no se sientan inseguras cerca de ti. Esta grandeza de espíritu no se encuentra solo en algunos de nosotros; está en todos. Y al permitir que brille nuestra propia luz, de forma tácita estamos dando a los demás permiso para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra presencia libera a otros.”
(Leído por Nelson Mandela después de 27 años de prisión y ser elegido en 1994 presidente electo de Sudáfrica).