Cuando una pareja entra en la consulta, te muestra todo aquello que tienen, sus recursos de comunicación, su afecto -o falta del mismo-, sus carencias y sus virtudes. Pero sobre todo y a pesar de las diferencias, te enseñan sus creencias en relación al amor, a las relaciones de pareja. Muchas veces observo cómo estas creencias les hacen daño, son muy limitantes, y sin embargo las necesitan para poder seguir manteniendo su propia identidad como seres humanos, a pesar del precio que pagan por ello. Una de estas creencias, muy común en estos tiempos que corren, es que el amor todo lo puede. Si nos queremos, todo irá bien, todo se arreglará. Estoy segura de que alguna vez lo habéis pensado, todos lo hacemos. Porque creemos que el amor es una fuerza sobrenatural que mueve montañas, que cuando se tiene, nada más importa. Es cierto que el amor, es algo maravilloso entre seres vivos, humanos y no humanos, y que cuando se siente nos hace estar vivos, esto es real, creo profundamente en la esencia del amor. Es importante para ser feliz amar y ser amado, sin embargo, en pareja, también es muy importante saber amar y cómo queremos que nos amen. Quererse es importante, pero saber quererse bien lo es más todavía.
El amor romántico, nace con el amor cortés medieval, y suele tener estas características:
- Entrega total al otro
- El otro es el eje principal de tu existencia
- Bipolaridad: Extremadamente feliz o extremadamente desgraciado
- El otro está antes que yo
- Sacrificio, perdón y renuncia como pruebas de amor
- Como le amas nunca volverás a hacerlo, hay un antes y un después
- No hay mayor dolor que el final de la relación
- Vigilas cualquier disminución de su amor hacia ti
- Idealización
- Sientes que has llegado a la unión más íntima y definitiva de tu vida
Esto nos suena mucho a «la media naranja», como él o ella es el elegido, lo doy todo. Del mismo modo, perdono todo porque es él o ella el elegido. Mucho cuidado con relacionar amor con dolor y sufrimiento, este es el mito del amor romántico. El verdadero amor no duele, al revés, te hace crecer y renovarte, madurar y entender el auténtico sentido del respeto y la libertad.
Así que además de amar, aprendamos a hacerlo bien, porque el amor, desgraciadamente, por sí solo, no es bastante para mantener una relación a flote.