Ser sexólogo no es ser sólo un individuo que se especializa en el conocimiento de la conducta sexual o de pareja humana, es algo mucho mas profundo… es ser una persona con un conjunto de características cognitivas, afectivas y sociales que nos hacen capaces de interaccionar con los pacientes y participar en el contexto sociocultural.
En realidad la psicoterapia en cualquiera de sus variantes, es un arte que se va construyendo, evaluando y cambiando a través de un proceso y una relación terapéutica con el paciente.
En todas las intervenciones, se promueve el bienestar y la calidad de vida, usando una metodología rigurosa y científica, interrelacionándose con el paciente y promoviendo la salud sexual según los criterios de la OMS y la WAS
Sea cual sea el modelo que utilizamos, cada caso se trata de forma personalizada y única, adecuándose a cada paciente, es decir, ayudando al logro de objetivos basados en sus necesidades y respetando su condición y posibilidades emocionales, mentales, psíquicas y relacionales.
En nuestra profesión de terapeutas sexuales existen unos principios y reglas de obligado cumplimiento
El principio de Beneficencia. En el sentido de que nuestra intención debe llevar implícito el deber de “hacer bien” o al menos el de no perjudicar
Según el principio de Autonomía deberíamos basarnos en el derecho de cada persona a ser respetado en las decisiones que toma sobre sí mismo, sin perjudicar a otros, conduciendo su vida de acuerdo a sus valores, sin acomodarse a los intereses de los demás.
Por otro lado, hay que promover el principio de Justicia que conduce a la igual consideración y respeto por todos los seres humanos, evitando todo tipo de discriminación.
En la relación de ayuda, se dan la confesión, el respeto, la seguridad, intimidad y la privacidad; todo ello implica la norma ética de confidencialidad, es decir, la protección de toda información considerada secreta.
Las reglas éticas de veracidad y fidelidad, deben estar presentes en nuestra actitud como terapeutas. Todo profesional, debe evitar cualquier tipo de engaño o ambigüedad en cuanto a los objetivos propuestos, haciendo todo lo posible para no inducir a malentendidos.
Deberemos llevar a cabo nuestras promesas porque cuando prometemos que haremos algo en relación con el paciente, nuestra intención provoca una confianza cierta.
Pero además el terapeuta sexual es en sí mismo un instrumento terapéutico que tiene que ser afinado, una y otra vez, para cada contacto terapéutico.
Son las habilidades técnicas junto con las cualidades personales del terapeuta, y su compromiso las que juegan un papel decisivo sobre la efectividad de la psicoterapia en el paciente y la capacidad del terapeuta para afrontar el estrés y la tensión del trabajo terapéutico. Por ello, debemos tender a la continuidad entre el quehacer como oficio y la experiencia como humanos.
Siempre estamos involucrados como personas, pero cada terapeuta ha de hacer un largo ejercicio de equilibrio entre la involucración y la distancia.
Hemos de trabajar con un cierto grado de disociación: en parte identificándonos con el otro y en parte fuera, observando lo que ocurre pero sin perder objetividad.
Nuestro oficio hace más intensas y agudas las ansiedades que crea todo trabajo. La actividad terapéutica verdaderamente tiene aspectos paradójicos: el terapeuta ofrece empatía y cuidado a los pacientes, que le bombardean con rabia, frustración, desesperanza e impotencia.
Tenemos una exposición selectiva a la inhumanidad, al sufrimiento, y a las tragedias,… de los demás y a todo lo negativo de las personas. Somos los protectores de la esperanza y de ayudar a dar sentido a la vida relacional y sexual de los pacientes.
Y así es… a grandes rasgos nuestro trabajo.
Dr. Carlos San Martín Médico. Sexólogo. Psicoterapeuta. Coordinador del Centro Interdisciplinar de Psicología y Salud, CIPSA ( Santander ) Secretario General de la Academia Española de Sexología y Medicina Sexual