Existen muchas razones por las que las personas tienen aventuras. Probablemente tantas razones como personas hay. Pero generalmente una aventura indica un deseo interno de cambio. Algo en la vida o relación de la persona no marcha bien y la infidelidad se convierte en el desencadenante de dicho cambio. Esta situación genera un conflicto en la otra parte, es una experiencia dolorosa y hasta humillante, que ataca la autoestima, hay impotencia y rencor. Con la infidelidad se destruyen los valores en que se fundamenta una relación de pareja, como son la confianza, la sinceridad y el respeto.
Es importante entender que cada pareja tiene sus propios códigos de fidelidad, lo que para una pareja es traición para otra no lo es, por lo que la infidelidad es un concepto muy subjetivo. Eso sí, los términos del “contrato” tienen que quedar claramente definidos entre los dos para que no hayan malos entendidos. Cuando dicho contrato no se cumple puede tener consecuencias catastróficas. Aún así, muchas parejas lo superan, saliendo incluso fortalecidas. La terapia de pareja es fundamental en estos casos, en los que enfrentarse al hecho del engaño y la deslealtad necesita de un mediador que centre a la pareja y la guíe hacia la superación o a la separación con el menor daño posible.