La aversión sexual consiste en una evitación completa e irracional con todo lo relacionado con el sexo, incluso en la imaginación. Este trastorno también se denomina fobia al sexo. La respuesta al estímulo sexual, por mínimo que este sea, puede incluir síntomas fisiológicos como las nauseas, el incremento de la tensión muscular, de la tasa cardiaca o sudoración.
Esta fobia suele tener su origen, bien en una educación completamente inadecuada o bien en la vivencia de experiencias traumáticas como abusos, incesto, una violación o la persistente presión de la pareja para realizar conductas sexuales consideradas subjetivamente como aberrantes. Como conducta de evitación, su tratamiento más eficaz es utilizando técnicas de modificación de conducta junto con una adecuada psicoterapia.