La nariz es uno de los órganos sexuales más importantes del cuerpo humano. A través de ella nuestro cerebro puede diferenciar y reconocer hasta 10.000 olores diferentes. De hecho, el aroma es una de las principales armas de seducción y como tal juega un papel clave en materia sexual. Para bien o para mal, los efectos que el olor de cuerpos ajenos provoca en nuestros cuerpos son irreprimibles y automáticos. Cada persona tiene un olor único, que nos puede provocar desde una sensación excitante a no resultarnos para nada atractiva, y en cualquiera de los casos es probable que sin saber la razón.
El olor además tiene la capacidad de rememorar situaciones vividas, recuerdos que nos hacen sentir bien, sobre todo cuando hemos asociado un perfume a una persona en concreto y al olerlo, en cualquier parte, nos viene a la cabeza, tan vívidamente como si estuviese delante. Si bien el tacto, el oído, el gusto y la visión también tienen reputación de fijar recuerdos, éstos no son tan fieles como los que fija el olfato, y este poder evocador puede convertirse en un potente estimulante erótico.
Al hablar del olfato, es inevitable mencionar las feromonas, unos compuestos químicos que normalmente son segregadas a través de la piel y se dispersan por el aire, y que modulan la sexualidad de la mayoría de los animales. Hasta hace poco se creía que apenas significaban algo para el ser humano, sólo se aceptaba que eran capaces de sincronizar los ciclos menstruales de mujeres que conviven o trabajan juntas. Se decía que su receptor, el órgano vomeronasal cuya función es detectarlas, era un vestigio inservible y sin aparente conexión con el cerebro. Pero investigaciones recientes sugieren que tanto los compuestos químicos como las dos diminutas fosas situadas sobre el tabique nasal que los captan, son mucho más activos y funcionales en nosotros de lo que se creía.
Sin embargo, en la comunidad científica no existe consenso definitivo al respecto y no está del todo claro que esa atracción sea únicamente debida a las feromonas, es decir, no podemos olvidarnos del factor psicológico. Tomemos, por ejemplo, los productos que invaden el mercado actual “con feromonas” como reclamo: si realmente funcionan podríamos preguntarnos qué parte ha sido debido a ellas y cuánto se debe a nuestra percepción subjetiva. Dicho de otro modo, si creo que llevo algo o he tomado algo que me va a ayudar a ligar, mi comportamiento será más seductor, me sentiré más tranquilo y seguro de mí mismo, por lo que la probabilidad de atraer a alguien será mayor. Además, si esa química invisible posee algún poder, será únicamente el de aumentar la probabilidad de que el otro se aproxime, el resto dependerá del arte de la seducción.
Una advertencia: cuidado con hacer un uso abusivo de los perfumes, que se convierten en un obstáculo para el intercambio de información sexual olfativa. Nos empeñamos en oler bien cuando muchas veces lo que realmente excita a nuestra pareja es nuestro olor natural, el olor de la piel sin aditivos artificiales. Lo ideal es utilizar la cantidad correcta en el momento apropiado para impactar sin esconder, para seducir sin marear.
Y, por supuesto, no olvidemos incluir los aromas más sugerentes para ambos dentro del juego erótico, en forma de velas perfumadas, inciensos o aceites y no sólo para crear ambiente, sino también para estimular el deseo o dar tranquilidad –depende del olor-, o bien directamente sobre los cuerpos para descubrir nuevas esencias. Existe una relación muy estrecha entre oler y conocer: pasar una noche entera sólo oliendo al otro, como hacían en Bohemia los recién casados en el siglo XIX, sería un excelente ejercicio en pareja.
Si quieres potenciar tu sentido olfativo, te proponemos estos ejercicios para ayudarte a descubrir nuevas sensaciones. Necesitas la ayuda de otra persona.
– Buscar varios aromas que os resulten agradables: perfumes en un pañuelo, alimentos, especias…
– Uno, a quien llamaremos la nariz, se tapará los ojos con un pañuelo, venda o antifaz.
– La otra persona, le irá presentando los diferentes aromas, dándole tiempo para que sean olidos con detenimiento.
– Quien huele ha de centrar su atención y analizar cada aroma. ¿A qué corresponde? ¿Qué le llama la atención de esta manera de percibir el estímulo?
– Si mientras huele le aparecen sensaciones o pensamientos distractores, simplemente deberá dejar que se marchen y volver a centrar la atención en lo que está oliendo.
– Una vez finalizada esta primera parte del ejercicio, y con los ojos aún vendados, la otra persona deberá acercarse y dejarse oler las manos, el cuello, el pelo… ¿Qué experimenta la nariz? ¿Algo le ha resultado erótico?
Publicado en: www.sylviadebejar.com