La magia del beso

Os invito a que cerréis los ojos e imaginéis el momento de vuestro primer beso, pero no uno cualquiera, ese primer beso de amor que disteis a aquella persona que tanto os gustaba. Estabais atacadas de los nervios y pensando todo el tiempo en qué hacer con las manos o con la lengua, ¿me equivoco? Y es que a pesar de que para la mayoría habrá llovido mucho es imposible olvidar el torrente de sensaciones y emociones que aquél beso nos provocó, por encima de los nervios o el mal rato de la inexperiencia. Para las mujeres este primer paso en nuestras vidas es mágico y muy especial –no digo que para los hombres no lo sea- sin embargo nosotras –muchas de nosotras- lo recordamos con mucho más cariño que nuestra primera experiencia sexual. El motivo es que nos asusta menos, no implica tanta responsabilidad a la hora de lanzarnos a la piscina como el embarazo o el pensar en el dolor que me producirá la penetración. Por ello la primera experiencia sexual para muchas mujeres no es en absoluto un hecho a recordar como “lo más maravilloso”. Es cierto que muchas lo recordamos más por la persona con la que estábamos compartiendo ese momento que por el placer físico de la situación y es algo único, sin embargo nos suele parecer más romántico y bonito el primer beso de amor, es así. Hay que tener en cuenta la edad, ese beso suele darse cuando somos jovencitas, casi todavía niñas, donde todavía soñábamos con encontrar ese príncipe azul con el que vivir experiencias maravillosas y contárselo a nuestra mejor amiga, lo idealizábamos porque pensábamos en cómo sería y con quién sería, por lo que cuando ocurría era realmente fascinante. Además nosotras no pensábamos en ir más allá, no pensábamos en sexo, ese beso era suficiente para mantenernos noches enteras en vela pensando en esa persona que a partir de ese momento, ocuparía un lugar muy representativo en nuestras vidas..y es que no podemos evitar ser unas románticas. Es más, para nosotras es un acto de conexión más íntimo que el mismo acto sexual (¿Recordáis Pretty Woman?).. mientras que para ellos, muchas veces es solo el paso previo al coito.
Con el paso del tiempo, lo que fue tan mágico se convierte en normal, pierde la esencia cuando estamos mucho tiempo con la misma persona –es lo primero que se pierde en una relación a largo plazo- recuperando todo su misterio cuando cambiamos de pareja –pura química cerebral-. De hecho, como curiosidad, la antropóloga Helen Fisher –profesional a la que admiro profundamente – explica que “besar es una forma de espionaje, intercambio de información sobre el candidato a algo más serio- y, por lo tanto, influye en la elección de la pareja. Para las mujeres, sirve para conocer las condiciones físicas de cualquier aspirante a ser padre de sus hijos. Los hombres saben, gracias al beso, hasta qué punto las mujeres son fértiles, incluso si están más cerca de la menstruación”. Está claro que hoy en día esto no es tan importante, sin embargo fue fundamental para la especie.
Y es que no les damos la importancia que tienen nuestros besos, y eso que en el cerebro se producen reacciones extraordinarias y maravillosas: aumentan los niveles de dopamina, adrenalina y noradrenalina, sustancias químicas que disparan la sensación de bienestar y ¡nuestra libido! Y también suben las cotas de oxitocina, testosterona y endorfinas, hormonas implicadas en la interpretación del placer y que aumentan el deseo y refuerzan los vínculos emocionales (el apego). ¿Por qué no le sacamos más provecho? ¿Por aburrimiento quizás? Pues probad a recibir a vuestra pareja con un beso cada día, mirándole a los ojos y acompañado de una sonrisa cómplice, e igualmente siempre antes de dormir, algo más tierno. ¡Bajo mi punto de vista, tendría que ser obligatorio! Ya que la falta de contacto físico hace que nos distanciemos y si una cosa lleva a la otra..¡peligro!
No dejes que vuestros labios sólo se acaricien durante los mal llamados “preliminares” (de esto hablaremos otro día), simplemente hazlo y observa todo lo que pasa por dentro, siente todo lo que el cuerpo te dice y vuelve a hacerlo mágico. ¡Bon appetit!