Yo soy yo.
Tú eres tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas.
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres tú, yo soy yo.
Fritz Perls
Amar es la demostración más evidente de la libertad que poseemos y para amar sólo se puede partir de la premisa de que sólo es viable si se mantiene intacta la libertad individual, la igualdad y el respeto. De hecho, el espacio de la pareja es el ideal para lograr el desarrollo máximo de cada uno.
Voy a hablar de una situación concreta, una situación que veo día tras día en mi consulta y por ello merece un comentario a parte. Y es la que se produce cuando dos personas son muy diferentes en una relación, persiguen objetivos vitales diferentes, filosofías de vida dostintas y valores personales que no tienen nada que ver. Pese a esto, se empeñan en continuar juntos y son tremendamente infelices. Sin embargo acuden a mi para que algo cambie y que la relación termine funcionando. Sin embargo, en este tipo de circunstancias sólo hay una manera de seguir juntos: Que uno de los dos deje de ser quien es y se amolde al otro. No parece sugerente, ¿verdad? Pero al final es lo que ocurre, porque claro, «¿Y si no encuentro a nadie como él?», ¿Y si yo le puedo cambiar?», «¿Y si encuentra a otra y luego con ella es feliz?» (si, me refiero a mujeres porque es el 90% de casos que atiendo). Estas tres preguntas -irracionales- son las que acuden a la mente con mayor frecuencia, junto con la certeza de tener que dejarle y el pánico a perderle.
Luego se producen rupturas y vueltas como si se fuera la vida en ello, sin darse cuenta de que el hecho de volver al final sólo tiene el objetivo de calmar la ansiedad, más que pretender ser felices. Esta serie de síntomas pertenece a una de las adicciones más peligrosas en pareja: LA DEPENDENCIA EMOCIONAL. Esta dependencia es un vínculo tóxico que se produce entre dos personas, yo voy a centrarme en la pareja, donde se sufre muchísimo y se llega a perder la identidad personal, es decir, sólo nos reconocemos ante los ojos del otro, porque sin el otro, ya no somos.
Es muy diferente sentir que elegimos al otro porque la vida con él es mejor, porque nos llena, porque me hace feliz, porque me «suma» que sentir que estoy con él porque me aterra la idea de estar sola, porque no soy capaz de llevar mi vida, o porque sencillamente le necesito. Aquí está la diferencia: ELEGIR Y NECESITAR. Elegir es ser libre, tener el control de tu vida, sentirte capaz, no dejar que el miedo te paralice, pero necesitar es estar atrapado, ser dependiente, estar controlado y no confiar en uno mismo. Cuando hay dependencia emocional no eliges al otro, sino que estás con él porque no eres capaz de estar sin él.
Muchas veces creemos que este comportamiento tan límite se debe a que queremos mucho a nuestra pareja y por eso nos engañamos pensando que es amor, todos los sacrificios que hago son en nombre del amor. Nada más lejos de la realidad, porque no es amor. Nunca se ama «mucho», o se ama o no se ama, porque amar mucho es depender.
¿Tiene solución? Sí, afortunadamente, pero no sin dolor. Es un proceso en el que aprender a soltar es la base de la terapia, junto con un programa de autoestima que impulse al cambio. La autoestima es fundamental para ver la luz, es decir, la confianza en nosotros mismos para sentir que tenemos las capacidades, recursos y aptitudes necesarias para solucionar cualquier situación inesperada que la vida nos pone delante. Tener la certeza de que pase lo que pase, saldremos adelante, lo resolveremos.
El primer paso es ser conscientes de la situación en la que nos encontramos y sobre todo entender que ni somos felices ni nada va a cambiar para que lo podamos ser, con esa persona. Luego se trata de voluntad para soltar, soportar el síndrome de abstinencia con dignidad y recuperar poco a poco la esencia de uno mismo.
Os dejo con Jorge Bucay: PINCHA AQUÍ